sábado, 2 de junio de 2007

Relato: "Sombras de lluvia"




Relato: "Sombras de lluvia"

Tenía la mano derecha ligéramente apoyada sobre un tronco de un árbol y su cabeza inclinada hacia abajo. Su pie izquierdo adelantado y el derecho apuntillado. Su cabello dorado zigzagueaba por su espalda, mientras su cara se manchaba de sombras de lluvia...

¿Era ésta o sus lágrimas la que empapaban su rostro?
Sumida en la tristeza de lo visto inesperadamente hacía instantes en la oficina de su marido...
Llegaba de sorpresa a buscarlo a su trabajo, cuando vio ese gesto de ternura y complicidad, sacándole el flequillo que le caía rebelde sobre la cara a su secretaria. ¡Ese gesto tan amado!
Lo presentía desde semanas atrás. Algo se había quebrado entre los dos. Su mirada, sus besos, sus palabras no eran las mismas de siempre... Laura lo comprendió todo y se sintió morir.


Laura hechó a andar cabizbaja bajo la lluvía. Sin rumbo. Caminó durante horas. ¿O tal vez fueron minutos? En un momento dado volvió de sus recuerdos. Miró ante sí, desconcertada, no reconocía el lugar. Aturdida, miró a derecha e izquierda. Giró sobre sí misma. Nada, no sabía dónde estaba ni cómo había llegado allí. Era una calle de suburbio. Amplia pero sin tráfico. Sin gente. Sin luz. ¿Sin luz? ¿ Y cómo veía? Era raro, había luz, puesto que distinguia las cosas, pero no se veían farolas. Su mente era un torbellino. Primero lo de Juan, lo que había visto allí. Y ahora el lugar dónde se encontraba. Oyó un ruido a su derecha y, asustada, se volvió.

y le dolía saber que sus pisadas no iban a devolverla a su pasado, porque seguían una dirección equivocada, sin giros a ningún lado. Las gotas de lluvia amarga, de recuerdos antiguos ya quemados le atenazaban los músculos de la garganta y del brazo. Por eso cuando él pasó junto a ella no pudo gritar, ni siquiera rozarle, había perdido la ocasión de su vida. Cayó desmayada.

...las lagrimas se mezclaban con las gotas de lluvia, juntas caian por sus mejillas. Su pensamiento recorría aquellos momentos vividos. Empezó a correr una suave brisa y levantó su cara para dejarse acariciar por ella en un intento de borrar aquellas tristezas. Ya no llovía, abrió los ojos, el paisaje era espléndido, flores que la regalaban un arco iris, olor a vegetación mojada. Inhaló fragancias que no podía reconocer pero que la reconfortaban. La tranquilidad del campo, el sonido del silencio que deja la lluvia. Miró el árbol, de arriba a abajo y de abajo a arriba y le dijo: "Si tu eres capaz de sobrevivir a las tormentas, al invierno, al verano y a los insectos que pueblan tus entrañas, yo tambien..."

Desde hacía algún tiempo sus besos no eran cálidos y en la intimidad él era un cuerpo ausente, carente de ese calor, esa pasión que antes la abrumaba. La última vez que hicieron el amor ella pudo sentir el abismo que se había abierto entre sus cuerpos y su alma. Sabía que las cosas no iban bien, desde que perdió el bebé todo había cambiado. El se había refugiado en el trabajo y ella era incapaz de abrirse, de hacerle saber como se sentía. Se encerró en si misma y se rodeo de un muro, al igual que un cangrejo se esconde dentro de su caparazón. Aquella pérdida les había sumido en una gran soledad y una gran tristeza que no supieron compartir. Cuando ella quiso acercarse a él era demasiado tarde. Una tarde de lluvia, una tarde como aquella, ella le dijo, con los ojos rebosantes de amargura, que él construía murallas a su alrededor más rápido de lo que ella podía derribarlas. Le pidió que la dejase entrar de nuevo en su alma para superar aquella desilusión juntos pero algo en la mirada de él le hizo saber que era demasiado tarde.

Mientras las sombras de lluvia se deslizaban suaves por su cara y sus cabellos, sus ojos buscaron la naturaleza de su espíritu. Cada sombra resbalando por su ser, le anunciaba la sabiduría de la eternidad y le daba pistas; una lágrima del cielo se aposento cómodamente en sus pestañas, y miró a través de ella: vió la distorsión y la neblina, el desenfoque de lo que parece real y la diferencia se grabó en su mente.La gota decidió seguir su recorrido natural hacia el centro de la tierra, y en el camino se apeó en los pétalos de una flor;entonces lo entendió: todo fluye en una dirección, y aunque prevista, todo se toma su tiempo para explorar el recorrido.

The end

El F i N

Nota:Muchas gracias por la colaboración a Clara Estrella, Teresa Coscojuela, Jorge Herre, Yolanda Garcia, Macaria Corleone y Fénix.

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