Pollitos de colores

Todavía recuerdo bien y hoy me ha venido a mis pensamientos, con motivo de que a mi sobrinillo seguro que le encantarían, los pollitos de colores que vendían en el mercado al lado de mi casa. No me gustaba el mercado, de hecho puedo decir que lo odiaba, porque olía muy mal, sobre todo a pescado. En cambio te llevabas la ilusión de tu vida la primera vez que veías a un hombre con una bolsa transparente y un montón de pollitos de colores pequeñitos piando y enseguida te entraban unas ganas de llevarte uno para casa tremendas, "mamá yo quiero uno, por favor mamá", je,je,je y mi madre, ¿cuánto valen? y me parece que nos trajimos dos. Los pollitos tienen una forma muy particular y graciosa de comer o de beber, lo cogen con el pico y luego levantan la cabeza para tragar. En casa siempre los teníamos junto a la estufa. Con el tiempo, pasa lo que pasa, je,je,je, ¿alguien lo adivina?, que los pollitos crecen y para convertirse en pollos hechos y derechos y no de tres al cuarto. Mis padres se lo dieron a unos vecinos que tenían un corral en el campo y lo siguieron criando y cuando ya estaban bien grandes, los mataron y se los dieron a mis padres que se los comieron muy contentos, pero eso sí, a mí no me dijeron nada, ja,ja,ja, hasta que pasaron muchos años y por cierto, yo no me los comí. Mi madre dice que ya no los venden en el mercado.