El infierno del infortunio

"Poom" o el sonido de un portazo escuché a mis espaldas mientras caía como Alicia en la madriguera del conejo. La oscuridad era la nota predominante, intenté levantarme del suelo, a pesar de mi estado algo abrumado y aturdido. Por alguna extraña razón yo habia perdido el traje e incluso la clase al entrar en aquella sala, era como si se hubieran evaporizado o quemado, convirtiendo a mi persona en un borrego más o en un número al azar, sin distinción entre raza, sexo o religión, ¿pero dónde me encontraba?, me causaba mucha irritación el sonido estridente casi intermitente de una especie de trompeta y un continuo ir y venir de gente, sin orden ni concierto, que no me permitían dejar los pies quietos en el suelo ni por un instante, girándome a contracorriente repetídamente y cansadamente, para no desvanecer. La sala estaba de bote en bote, hacia un calor insufible como en el infierno y me pregunté ¿sería esto el infierno?. Sin aspavientos tuve que resistir el desagradable y a la vez agobiante olor a sudor que me rodeaba. Con mi ticket como los de charcutería, esperé lo más pacientemente que pude, hasta ser atendido. ¡Nunca imaginé que hasta en el infierno hubiese que esperar una larga cola para ser recibidos!. Cuando llegó mi turno, me senté y una mujer con pinta de demonio cargó su hostilidad en mí , me dijo ¿te enteras o no?, fruncia el ceño y me respondia con muchos ademanes de borderías. Levanté la mirada, para observar atentamente el número de su mesa y curiosamente no era el "666", porque en su lugar habia dibujado un 18. Giré la cabeza casi 180 grados, e incluso arriba y abajo y caí en la cuenta de que el símbolo diabólico estaba por todas partes y lo peor de todo era, que por mucho que tratara de pellizcarme en estos momentos de incertidumbre e infortunio, no estaba soñando. Ahora lograba comprender perfectamente mi situación y resignarme a los nuevos acontecimientos y avatares surgidos del infortunio, estaba realmente en el infierno, me dije a mí mismo, mientras continuaba leyendo las siglas diabólicas. Esto no es una mala pesadilla, ahí mismo está escrita su esvástica, la de azazel, escrito con letras mayúsculas de color verde. Ya habia estado aquí antes y sabia lo difícil que era salir del lugar donde me encontraba, el "déjà vu" me traía malos recuerdos, estaba en lo cierto, en los letreros se podía leer INEM (Instituto Nacional de Empleo).

The end

By Carlos Díaz Ruiz