lunes, 19 de septiembre de 2011

El chocolate


Además de ser un delicioso manjar para el paladar, el chocolate es una potente arma para preservar la belleza. Tiene propiedades adelgazantes, desintoxicantes y reafirmantes. Un masaje con este dulce acaba con la tensión, la falta de vitalidad, el cansancio y todos los síntomas del estrés.

El sueño de todas las mujeres: comer chocolate sin engordar. El cacao es lo último en el mundo de la belleza: hidrata, combate la celulitis y mejora el humor gracias a la producción de endorfinas -hormonas que provocan en bienestar y la felicidad-.

¿Cómo se producen las endorfinas? Es una tarea simple, pero depende de cada persona: se generan endorfinas cada vez que se está alegre, cuando se realizan actividades que dan placer, al lograr encontrar satisfacción en las pequeñas actitudes cotidianas, en el afecto, en el encuentro con amigos, etc.

El cacao levanta tantas pasiones que está causando furor en balnearios y centros de estética, donde la chocolaterapia, masajes con cacao, cada día tiene más adeptos. Está de moda alimentar los músculos con sabrosos masajes de chocolate.

Estos tratamientos consisten en envolver el cuerpo con una ligera capa de chocolate caliente y dejarlo que actúe sobre la piel veinte minutos. Luego un masaje con manteca de cacao si se pretende hidratar la piel, y con aceite de la flor del cacao si se prefiere reafirmarla o acabar con las estrías.


Gracias a sus grandes propiedades emolientes, algunas firmas de cosméticos han contado con las bondades del chocolate para trabajar fórmulas que hidratan, nutren y desintoxican la piel, eliminan la celulitis, mejoran la circulación, evitan el envejecimiento de la epidermis y eliminan la grasa.

En contra de los que muchas mujeres piensas, degustar chocolate, al final de la comida, al menos 25 gramos diarios aumenta la eliminación de grasas y frenas futuras acumulaciones.

El chocolate negro amargo es mucho más beneficioso para la salud que el que lleva leche, porque al añadirle el producto lácteo se pierde su poder antioxidante, según un trabajo de un grupo de expertos italianos realizado en la Universidad de Glasgow (Escocia) y que ha sido publicado por la revista científica británica Nature.

El chocolate, preferiblemente el que contiene el 70 por ciento de cacao, previene enfermedades cardiovasculares debido a su extraordinaria capacidad para mejora la elasticidad de venas y capilares, y mejoran la circulación sanguínea.

Otro estudio realizado por la Universidad de Harvard sobre 800 alumnos de diferentes nacionalidades ha demostrado que los amantes del chocolate negro tienen una esperanza de vida mayor.

El primer contacto con el chocolate se produjo en el siglo XVI, cuando Cristóbal Colón y su tripulación recibieron de los habitantes de Guanja, en la costa de Honduras, unas pequeñas nueces con forma ovalada y de color marrón. Con este producto elaboraban el “xocolatl”, una bebida con un sabor muy fuerte que proporcionaba energía y vitalidad a los que la consumían.

El año 1519, Hernán Cortés desembarcó en México y fue entonces cuando se produjo el verdadero descubrimento del chocolate. El almirante y su tripulación bautizaron a la semilla del cacao con el nombre de “amígdala pecuniaria” por su forma y porque los nativos la utilizaban como moneda de cambio.


Gracias a sus propiedades nutritivas y su alto poder energético los conquistadores pronto se aficionaron a consumir la bebida que se extraía de la semilla del cacao. De hecho, Hernán Cortés dijo en una ocasión que podía ofrecérsela a sus soldados como único sustento alimenticio y, aún así, las tropas se mantenían activas durante todo el día.

El chocolate llegó a España el año 1520. Se cuenta que un monje del císter llamado fray Aguilar, que había viajado a México con los conquistadores, envió el cacao y la receta del chocolate al abad del Monasterio de Piedra, en Zaragoza.

Sin embargo, hubo que esperar casi un siglo hasta que, para adaptarlo al paladar europeo, se empezase a endulzar con miel, y un poco más tarde, con azúcar. Eso originó un chocolate de sabor parecido al actual.

Así, gracias a la Iglesia, que consideró que su consumo no rompía el ayuno, y a que se adaptó como bebida de reyes y de la corte española, el chocolate alcanzó gran popularidad.

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